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Fin de año con premios de periodismo

El agradecimiento de la periodista Maritza Tejera a Celestino García Franco y Eugenio Díaz, a quien llamó sus maestros, resultó el momento más emotivo durante la entrega del Premio y Concurso provinciales de periodismo 2010 en Matanzas.

Tejera, de Radio 26, quien ganó primeros lugares en los apartados de Periodismo Radial y Digital en el concurso Celestino García Franco, no pudo contener la emoción para expresar cuánto significaba precisamente ese reconocimiento para ella.

Gracias entrecortadas  y unas lágrimas sinceras fueron la respuesta de Mariola García, hija del desaparecido Celestino, quien tuvo a su cargo la entrega de los diplomas a los ganadores de esta segunda edición del certamen competitivo.

Resultaron ganadores además en Gráfica, el artista de la plástica y caricaturista Manuel Hernández; en Prensa Escrita Yamila Sánchez, de la editora Girón (primer lugar), Roberto Pérez Betancourt (segundo) y Juana Perdomo, de Trabajadores (tercero).

En televisión los galardones fueron a las manos de Yosvany Albelo Sandarán, Alejandro Castellanos y Ana Valdés Portillo, todos de TV Yumurí; primero, segundo y tercer lugar respectivamente.

En Radio el segundo lugar fue para Justino Martín García, de Radio Llanura de Colón y el Premio Único de Temática Ocasional, esta vez dedicado a Mujer y Sociedad fue para Eliane Taboas, de TV Yumurí, por su reportaje sobre la primera mujer bombera de Matanzas. 

Reunidos en la casa de la Unión de Periodistas de Cuba en la ciudad de Matanzas medio centenar de periodistas aplaudieron también a los ganadores de los Premios Nelson Barreras por la Obra del Año, elegidos de entre los profesionales más destacados en cada medio.

En Prensa Escrita el premio correspondió a la joven Yamila Sánchez, de la editora Girón; en Periodismo Digital el reconocimiento fue para el incansable Roberto Pérez Betancourt; en Radio para Sergio López Herrera, de Radio 26; en Periodismo Gráfico correspondió a Ramón Pacheco Salazar, de Girón y en Televisión recayó en Eliane Taboas Merino.

Durante el encuentro se recordó al recientemente fallecido Manolo García, a quien los periodistas matanceros agradecen sus enseñazas y las casi 7 décadas dedicadas al periodismo matancero revolucionario.

Tubal Páez, presidente nacional de la UPEC llamó para felicitar a los periodistas premiados y les deseó a todos un feliz fin de año, y próspero año nuevo. 

Sentirme bien en Radio 26

Crónica de cómo ya me gusta la radio

Nunca pensé trabajar en la radio. Desde segundo año de la carrera de periodismo ya había definido mis preferencias: la prensa escrita, en cualquiera de sus modalidades u oficios. .. como fuera y donde fuera. Y eso, a pesar de que de niña había trabajado como locutora de programas infantiles de radio en mi natal Colón. 
Era en aquel entonces Radio Llanura de Colón una emisora pequeñita, con un solo estudio, pero con un colectivo que amaba lo que hacía y enamoraba a quienes se le acercaban. Fui feliz allí, con Gladis y Norita, ambas directoras de programas. Y recuerdo hasta haber escrito uno que otro guioncito que ellas mejoraban y radiaban con tremenda voluntad.
En fin, que ni la nostalgia por mis años de radio en la niñez, ni la magia que ya en mis años de universidad derrochaban profesores de Radio excelentes en su profesión, como Álvaro de Álvarez o Raúl Garcés me hicieron enamorarme del periodismo radial.
A decir verdad, ya la prensa escrita me había atrapado. Y como todos los amores, estaba ciega por ella. Me gradué y fui leal a mis gustos. El periódico Girón de Matanzas me recibió con los brazos abiertos.
En él pasé solo dos años y unos meses. Buenos tiempos, con Domingo Orta de director y Norge Céspedes en la subdirección informativa. Años de aprendizaje, de tropiezos y de reconocimientos, que siempre hacen falta para que no caigan el ego ni las ganas de trabajar.
Pero en 2003 vino mi hijo y con él, el adiós al Girón. Fue una tarde de 2006, cuando ya me cuidaban a mi pequeño, y estaba operado y recuperado de su hipospadia, cuando llegué a la oficina del subdirector de Radio 26 para buscar trabajo.
Tenía mil miedos. Los normales de la mujer que acaba de terminar su licencia de maternidad, más de un año encerrada en la casa, entre el llanto del niño, el orine y el puré. Pero el principal, enfrentarme a un medio nuevo, casi desconocido, y al que no amaba.
No me quedaba más remedio. En una provincia del interior no hay muchas más posibilidades para un periodista: un periódico, una emisora, un telecentro, y las corresponsalías de las agencias de prensa, y los medios nacionales, todas bien ocupadas, como es lógico.
Tomé la decisión como quien se toma un purgante. Y así otro día llegué a la Redacción de la emisora. Tras una semana de entrenamiento estuve lista, y así pasé mi primer año como redactora de prensa, con los boletines y las informaciones para los noticieros.
Nunca imaginé que se podía aprender tanto en un puesto tan simple y de tan poca aparente complejidad. Me engañaba. Fue ahí donde aprendí a redactar realmente, donde entendí la estructura de la noticia, y capté la importancia de la síntesis.
Han pasado casi cinco años de mis inicios en la radio. Ya he sido redactora, Jefa de Redacción, reportera y he trabajado en la redacción digital. Pero aún estoy en pañales.
Sin embargo algo tengo ganado: ya aprendí a amar el medio. Sobre todo después que comencé a escribir El Familión, por obra y gracia del amigo y periodista Enildo Pérez Castañeda.
Hoy que Radio 26 cumple 51 años, pienso que podría haber hecho muchas más cosas en la radio. Me falta dedicarme más a la realización de mis trabajos, pasar los cursos de locución y dirección siempre pospuestos...
La gente que sabe que amo la prensa escrita me preguntan siempre qué hago en la radio. Yo les contesto, que sentirme bien. ¡Eso es tan importante para mí!
Y es que en Radio 26 encontré un colectivo de gente que se ayuda, que trabajan como hormiguitas, cada cual hace bien su trabajo y entre todos sale el producto final. Encontré un bulto de gente que no se aplastan, que no se ponen traspiés, que no se sienten dueños de sectores ni de informaciones, porque lo que hacen es para el público.
Este año, para colmo, me dieron la responsabilidad de impartir periodismo radiofónico en la carrera de periodismo en la Universidad de Matanzas. Y ahora sí que he tenido que estudiar y aprender de radio.
No me he hecho una especialista… para nada, me faltan muchos años para serlo. Pero algo lindo ha pasado. Dando clases a mis muchachos comencé a entender mejor la radio, y lo que al principio fue un purgante, hoy me sabe a agradable elixir.
Hoy comprendo mejor a las personas que me dijeron que lo malo de la radio es que cuando te enamoras de ella, no la puedes soltar más.

La única emisora del Movimiento 26 de Julio

Entrada de Radio 26 en su edificio actual
Incluso para quienes la escuchan a diario, parece raro que a muchos kilómetros de Santiago de Cuba o de la Ciudad de La Habana, principales centros de la actividad del Movimiento 26 de julio exista una Emisora de Radio que lleve el simple, pero monumental nombre de 26.
Así, sin más apellido, simplemente 26, se llama la emisora provincial de Matanzas que este 23 de diciembre arriba a sus 51 años al servicio de la Revolución.
¿La explicación para heredar título tan glorioso? Fue la única radioemisora propiedad del Movimiento 26 de Julio en el país.
El recientemente fallecido Premio Nacional de Radio, Manuel de Jesús García (Manolo), junto a Joaquín Benavides y Armando González Capote, activos luchadores por la libertad de Cuba, le compraron a Ramón Armando de Zayas (Cuco) la entonces CMGW Radio Matanzas, el 23 de diciembre de 1959.
Decía Manolo, quien pasó toda su vida al lado de Radio 26, que Cuco Sayas les pidió 15 mil pesos. Ellos acordaron que le daban 8 mil primero y después le iban pagando el resto.  “Pero nunca le dimos más nada”, recordaba Manolo.
Cuando le ponen 26, todavía retumbaban en la memoria del pueblo las palabras de Fidel, quien el 7 de enero de 1959 se dirigió a Matanzas desde los micrófonos de la entonces Radio Matanzas, instalados en los balcones del Palacio Municipal, frente al Parque de la Libertad.
Desde entonces la historia de la cincuentenaria Radio 26 ha estado ligada a las batallas de la Revolución.  Desde sus cabinas realizadores, periodistas y directores, formados sobre la marcha del quehacer radial transmitieron día a día y minuto a minuto, los más importantes acontecimientos de la provincia, el país y el mundo.
La Campaña de Alfabetización, la Victoria de Girón y la Crisis de Octubre ocuparon espacios importantes en sus transmisiones.
Las zafras, los ciclones que nos azotaron, los triunfos en el deporte, la inauguración de obras como el estadio Victoria de Girón, del aeropuerto Juan Gualberto Gómez y la construcción de hoteles en Varadero llegaron al pueblo más rápido por las ondas de Radio 26.
El inicio de la Batalla de Ideas, el regreso del niño cardenense Elián González a la Patria, las Tribunas Abiertas de la Revolución, las visitas de Fidel a la provincia y el reclamo de libertad para Los Cinco Héroes prisiones del Imperio han formado parte de la programación.
En 51 años Radio 26 ha sido escuela de locutores, realizadores radiales, directores de programas, actores y periodistas que hoy se encuentran en los más diversos medios del país.
Programas como Tiempo A, aún en el aire ya con más de 40 años, el campesino Rumores de Tierra Adentro, el mexicano, Pida Usted, En la Radio o Frecuencia Abierta, por solo citar algunos están enraizados en el pueblo matancero, por esa magia de la retroalimentación que en la radio llega a través del teléfono, las cartas y ahora del correo electrónico.
Contar con uno de los cuadros Dramáticos más fuertes del país es orgullo para Radio 26, y tener entre sus filas a actrices y actores de primer nivel, así como a jóvenes que forman parte de prestigiosos colectivos teatrales de la provincia.
Desde el 2004, la radio matancera se insertó en el ciberespacio con la salida de su página Web www.radio26.co.cu, un proyecto que no exento de tropiezos ha madurado por el camino y que en el 50 aniversario se integró a la llamada Web 2.0.
Mejores y peores épocas materiales han acompañado a esta emisora, que en 50 años ha transmitido desde tres sedes, y que ahora lo hace desde uno de los lugares más privilegiados de la ciudad de Matanzas, desde la loma del Parque René Fraga.
A 51 años de su fundación Radio 26, esta emisora que ha cumplido con la misión inmensa de servir al pueblo y a la Revolución sigue siendo taller y escuela.   Continúa siendo la radio del corazón de todos los matanceros. 

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Carta a mis maestros + Video


Dedicado a todos los maestros en su día... por todo... porque sin ellos no habría esperanzas ni niños felices...

Maestros: Cuando llegué a esta escuela apenas tenía 4 años. Era un niño grande de tamaño, pero ñoñito e inquieto.  Todavía soy un poco así.  He crecido mucho hasta ahora. Pero no solo en tamaño, sino en conocimientos.    Y eso se lo debo a mis maestras.
En preescolar mi preferida fue Yarilis, que es muy buena y cariñosa con todos los niños. Además es muy joven y bonita.  A ella la quiero todavía, pero ahora quiero también a otras maestras: a Mabel y a Nora. 
Mabel es mi maestra desde primer grado. Ella me enseñó a leer, escribir y calcular. Yo era un poquito chambón cuando escribía, y Mabel se ponía brava, pero ahora, gracias a ella, ya no soy así.   A mí me gustan todas sus clases, pero prefiero Matemática. Y de Lengua Española lo que más me gusta es la lectura.   Mabel también es muy bonita, y yo estaba enamorado de ella, pero ya no porque ahora ella tiene un novio de verdad.
Las maestras Nora y Mabel
Nora también es muy linda, y buena. Con ella practicamos y aprendemos mucho. Siempre nos cuida y nosotros le hacemos maldades.  Ella se pone brava, pero cuando yo le doy un beso, se le quita.   Nora llora por cualquier cosa, y cuando ella falta la extrañamos mucho.
Yo quiero también a Zenaida, que nos cuidó en primer grado y ya soy de su tamaño.    También me gustan mucho las clases de Educación Artística, de Ajedrez y de Educación Física.    
Yo estoy muy orgulloso de mi escuela y de todos los maestros y nunca me voy a olvidar de ella aunque me ponga grande y me vaya para otra escuela.

César

Esta carta la escribimos entre mi hijo y yo para regalársela como texto sonoro de un videíto a sus maestras...

La carta con la voz e imágenes de César

Manolo: más que cenizas y recuerdos

Manolo, durante el homenaje de la UPEC por sus 90 años
-Sobre el destino final de un periodista matancero

Manolo está presente ahora en cada rincón de su bahía de Matanzas, esa que nunca abandonó, ni en los años del exilio obligado hace más de medio siglo cuando se iba o lo mataban, por revolucionario y por bocón.

Sus cenizas se han unido a las olas, otras cayeron al fondo de la profunda e inexplorada bahía, muchas cruzan los cielos con las gaviotas y algunos granitos quedaron impregnados en las rocas de donde los ríos se unen con el mar, en la parte vieja de la Atenas de Cuba.
Desde allí sus hijos y nietos lo devolvieron a su Matanzas, en una ceremonia íntima y sencilla. Ellos, que crecieron bebiendo la sabia de Manolo y sus alegrías, le dieron el último adiós que fue un hasta siempre.
A sus 91 años Manuel de Jesús García descansó de casi diez años en los que no fue más Manolo. Muchos golpes, más que la misma edad, lo hicieron frágil: la muerte de Mirtha, su último amor; la partida hacia el exterior de Manoli, su única hija hembra y luz de sus ojos, y la pérdida de la visión, un arma imprescindible para un periodista.
Somos testigos de cómo Manolo luchó con la vida, pero también de cuánto deseaba la partida. Por eso, quizás, nos reconforta. Pero también consuela mirar atrás y saber una existencia llena de luchas, de locuras, de amores y de realizaciones profesionales. Y que hasta la muerte y la sepultura fueron como él anheló: sin tanta tristeza, despedidas falsas ni lecho adonde tuvieran que ir a llorarlo.
Manolo fue un auténtico cubano, de tez trigueña y ojos azules; seductor y piropero hasta el último de sus días, como si las hormonas jamás se le hubieran gastado. Ya no caminaba, no veía, casi no oía, pero jamás perdió su gracia criolla, su cortesía y su porte elegante.
Fue Manolo el luchador del Movimiento 26 de Julio, heredero del arrojo de su hermano Reynold, el jefe del ataque al cuartel Goicuría. El hombre de las luchas obreras, de la compra de la emisora Radio Matanzas, de Girón y de la Revolución.
Manolo fue el periodista que nunca descansó, el hombre de radio, de su emisora Radio 26, agudo en sus observaciones, con un oficio que pocos logran, maestro de generaciones que hoy lo nombran con orgullo, locutor, director de programas, guionista... El hombre de los premios nacionales de Periodismo y de la Radio.
Fue además Manolo el padre excelente, con sus cuatro varones: Manolito, Reynold, César y con Leo, el más pequeño y a quien mucho malcrió. Una sobreprotección solo superada por la hembra, quien le robó cuando no esperaba más hijos, casi todo el corazón.
Cuando se echa un vistazo a sus nueve décadas, es más cierta la frase de que la muerte no es verdad cuando se ha cumplido bien la obra de la vida. Sus cenizas, esparcidas al viento estarán siempre presentes en cualquier parte de su Matanzas; pero es su obra, su recuerdo, el que por más tiempo vivirán, porque el Manolo de carne y hueso se lo ganó cada día de su existencia.

Wikileaks, Assange y dos preservativos rotos

El escándalo Wikileaks crece, el creador del sitio digital, el australiano Julian Assange se hace cada vez más famoso y dos mujeres, de dudoso y oscuro comportamiento lo acusan de “violación” por haber roto los preservativos tras mantener relaciones consensuadas con ellas.

Parece cosa de locos. Ya han pasado a un segundo plano los documentos revelados por Wikileaks y lo que ellos implican, que en verdad no es mucho más de lo que ya se sabe.

Todo huele a complot… ¿De quién? De a quien más le interesa desviar la atención. Los Estados Unidos de Norteamérica, el país cuya “privacidad” fue violada.

Un país que ante la atrevida exposición se pregunta: ¿Cómo va a venir Assange a bailar en casa del trompo? ¿Cómo se le ocurrió robar información a los más grandes ladrones de información del mundo entero? ¿A los dueños de Internet y de los más extensos archivos digitales universales?

Por eso ahora con la misma frialdad con que Hillary Clinton o sus lacayos ordenaban y mandaban a los diplomáticos de su país en el mundo entero a espiar, manda hoy a hacer quedar en ridículo al creador del sitio digital que ha osado publicar los trapos sucios de la diplomacia norteamericana.

El caso parece el argumento de un mal culebrón latinoamericano, en vez de una buena novela policíaca. Porque en vez de acusarlo de espía, de robo de información…, se le procesa por “¿¿¿violar???” a dos mujeres adultas, una de ellas relacionada con la Agencia Central de Inteligencia de Estados Unidos, y que curiosamente llegó a su vida por “azar”.

Técnica vieja, pero que funciona. Si lo acusaban por haber revelado los documentos secretos en Wikileaks, corrían el riego de que se armara todo un debate internacional sobre la libre información que daría más fama al sitio digital, y solo haría más notable la hazaña.

Lo que hacen es más inteligente, ocultan con un escándalo sexual el otro más serio. Es un tema que pega más, no todos quieren saber de política o de libertad de expresión, pero a todos les interesa la vida sexual de los otros.

En Internet hoy se busca más la historia de Julian Assange, si se rompió el preservativo, y cómo terminó acusado de violación, que los documentos que reveló Wikileaks, y que expresan las intenciones abiertas de dominación norteamericana sobre el mundo.

La táctica es hacer quedar en ridículo a Assange, quitarle credibilidad y aprovechar su fama para sacar sus trapitos sucios también, pero unos trapos que más que errores personales, suenan a trampa.

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Yo fundé la escuela de oficiales de la FAPLA en Angola

- Entrevista a un amigo, integrante del Onceno Curso de Cadetes de Artillería de la Cabaña

  Era 1976: la joven república angolana estaba amenazada por las tropas sudafricanas y las fuerzas de la UNITA. Fidel y Cuba acuden al llamado de la hermana nación y comienza la operación Carlota.

 Cubanos de todos los rincones empuñan el arma de la solidaridad y viajan lejos para luchar en nombre de la justicia. La mayoría apenas tiene barba, pero les sobra la valentía y el compromiso revolucionario.  

  Ramón Armando Vega Santana tenía 19 años y cursaba el tercer año en la Escuela de Cadetes de Artillería de la Cabaña en ciudad de La Habana cuando lo llaman aintegrarse a la lucha del pueblo angolano.

  Flaquito, con no más de 120 libras en aquel momento (no ha aumentado mucho desde entonces), dijo sí. No hubo dudas, tal vez un poco de temor por lo desconocido y el miedo a no volver.

El único dolor: que su madre no supiera a donde iba, pero era cuestión de vida o muerte.

 La misión

  “Fue una llegada bastante normal, comparada con otros compañeros, que fueron recibidos a tiros y balazos allí, en el mismo puerto de Luanda. Nosotros corrimos mejor suerte, porque la situación en ese momento en la capital estaba bastante controlada.

  “Pasamos unos días de preparación yadaptación y partimos hacia la provincia de Guanbo, hacia donde fuimos designados. Estuve allí hasta que se terminó la primera etapa de la guerra en marzo del 76, con la firma de los sudafricanos de su retirada incondicional.

  “Entonces, como estábamos acabados de salirde la escuela de Cadetes de Artillería, abrimos la primera Escuela de Oficiales de la República Popularde Angola, Nicolau Gómez Spencer, donde le impartimos clases de la guerra moderna a oficiales angolanos, guerrilleros, que habían estado luchando por 15 años.

   “Les impartimos clases de táctica,exploración y artillería. Hicimos amistad con ellos, y aparte de que eran nuestros alumnos eran nuestros compañeros y nosotros también aprendimos mucho de ellos.

   “Tuvimos que aprender un poco de portugués para poder enseñarles. Empezamos machucando el idioma, y ya en el segundo año de estancia en la misión lo leíamos, lo escribíamos y hablábamos más o menos, y ellos también "machucaban" un poco el español, y nos entendíamos muy bien”.   


   Allí Quiqui tuvo la oportunidad de conocer a Agosthino Neto, que visitó la escuela en varias ocasiones.

La formación

  A Ramón nadie lo conoce por su nombre. En el barrio donde nació y ha vivido toda su vida, en la loma de la calle Cuba, en la ciudad de Matanzas y en su trabajo y en todas partes le dicen Quiqui. A no ser en la empresa de Servicios de Seguridad Integral (SEISA) de Varadero, donde trabajó 13 años, que le decían Veguita.

   Quizás por eso, y por su sencillez, es que Ramón Armando Vega Santana pasa inadvertido entre la gente.

   Quiqui se licenció de las Fuerzas Armadas Revolucionarias en 1984 y es ahora capitán de la Reserva. Pero aún camina recto, llega a tiempo, come rápido, madruga y termina todo lo que empieza como aprendió de la vida militar.

  “Mi formación se la debo a las fuerzas armadas y el fortalecimiento de esa formación se la debo a Angola. Ver todas as calamidades allí fortaleció mi convicción de que había tomado la decisión correcta.

  “Ellos necesitaban nuestra ayuda para poderser independientes, y estar allí nos convenció de que lo que estábamos haciendo los cubanos con el pueblo angolano era justo”.


Lo que es Angola para Quiqui

   Quiqui es miembro de la Asociaciónde Combatientes de la Revolución Cubana desde su fundación hace 15 años, e intregra la asociación 802, que para orgullo suyo lleva el nombre de un vecino de siempre y mártir de Angola: Rogelio López García.

   En todas las conversaciones con la familia o los amigos, Quiqui termina hablando de Angola. Siente orgullo de haber fundado la escuela de oficiales de la FAPLA, Nicolau Gómez Espencer, y de formar parte del Onceno Curso de Artilleros de la Cabaña.

  Entre sus compañeros de misión Quiqui recuerda a Orlando Cardoso Villavicencio, hoy Héroe de la República de Cuba, quiens aliera el mismo año que él, y que después en otra misión cayera herido y cumpliera varios años de prisión en Somalia.

  En diciembre de 1976, hace 33 años, el joven militar regresó a Cuba, pero dejó allí la semilla de sus enseñanzas, y sabe que en la lucha que vino después muchos de esos oficiales angolanos que hicieron y ganaron la guerra junto a los cubanos, fueron sus alumnos.

El médico que fue Plutarco Roche

Plutarco con su hijo Fidelito a inicios de los años 60.
Cuando conocí a Plutarco Roche Cano ya él tenía más de 70 años, y hacía unos cuantos no ejercía su profesión de médico. Por la casa rondaban con frecuencia uno que otro amigo de los que no te olvidan cuando ya no sirves. Los más habituales eran Erasmo, el gigante epidemiólogo y René, el radiólogo del hospital provincial.

Plutarco vivió hasta los 79 años, los últimos 10 de su vida con solo medio pulmón funcionándole. Vivo de milagro, según decía su esposa Carmen, cuando contaba que fue Julio Fong, el amigo cirujano, quien le salvó de una muerte segura, provocada por una bacteria en los pulmones.

Pero tras casi un mes en terapia intensiva Plutarco sobrevivió y hasta el último de sus días fumó y tomó ron porque para él la vida no tenía sentido sin el tabaco, la bebida y las mujeres.

Tras 7 años de su muerte, todavía muchas personas preguntan por él y lo hacen con cariño y admiración. ¿Tú eres la nuera de Roche? ¡Ahí si había un médico!  Y me cuentan de su ética, de cómo hacía que la gente trabajara con amor, de lo acertado que era en sus diagnósticos, de sus jaranas…

Yo solo conocí sus jaranas, sus clases de inglés particulares en la casa, sus manías a la hora de comer con la sal fina y el aceite de oliva, y sus lecturas constantes, un placer que disfrutó hasta el último de sus días.

Pero dicen que era un médico de esos que hay que decirle usted. Mi suegra Carmen contaba que recién graduado iba con él por la calle y se encuentran con una madre que llevaba a su niña ahogada por algo que se le había atragantado. Plutarco al ver que la pequeña no iba a llegar al hospital viva, pidió enseguida algo con que poder abrirle la garganta y lo primero que encontró fue un clavo.

Le abrió un orificio en la tráquea y la pequeña comenzó a respirar. Decía Carmen que muchos comentaron que ese médico era un animal, pero el les aclaró que lo importante era salvarle la vida y que la posible infección que el clavo podría ocasionar se resolvía después en un centro médico, como efectivamente hizo.

Médico por amor

Plutarco era hijo de un administrador de un central en la provincia de Granma, oriundo de Río Cauto, y aunque pudo vivir una niñez y juventud holgadas, lo hizo alejado de sus padres en escuelas privadas. Entre ellas una Academia Militar en Jamaica. De ahí le vino la dureza en el carácter, la rectitud en las formas y el inglés perfecto.
Una foto que Carmen misma dibujó para regalarle a Plutarco

Al regresar de sus estudios Plutarco se hizo técnico en laboratorio y comenzó a trabajar en una clínica privada en El Vedado habanero, a la vez que ejercía como locutor en la emisora Radio Salas.

Por esos años Plutarco regresó a Granma y se encontró con la novia de su adolescencia, Carmen, hija del fotógrafo manzanillero Perfecto Durán, quien le había prometido esperarlo.

Ya ella era novia de otro muchacho, pero prometió regresar con él si terminaba la carrera de medicina. Así formalizaron una relación que duró más de 50 años, y que terminó solo con la muerte de los dos, en el mismo año, con solo 5 días de diferencia.

Cuando triunfó la Revolución Plutarco no había terminado su carrera de Medicina, aunque solo le faltaban unos semestres. En 1959 se integró a un curso que abrieron para graduar a los jóvenes que habían tenido que abandonar los estudios tras el cierre de la Universidad de La Habana.

Se graduó de médico y se puso a disposición de Fidel, nombre que le pondría al segundo de sus hijos, nacido precisamente en 1959, y con quien no pudo convivir los primeros meses de vida, pues su primera misión fue ir a trabajar ese mismo año como médico a una de las regiones más olvidadas de Cuba: la Ciénaga de Zapata.

Matanzas, adonde llegó para quedarse
Plutarco, en su época de médico en la Ciénaga

Carmen me contaba que por poco se vuelve loca ese primer año de 1959, con Plutarco solo en la Ciénaga, sin saber nada de él y con los dos niños chiquitos sola en el apartamento del Vedado.

Me decía que trató de unírsele, pero aunque la casa donde paraba Plutarco era cómoda, había muchos mosquitos y él se perdía muchos días cuando tenía que ir lejos a tratar a algún paciente y la dejaba sola.

Ella regresó a La Habana, y ante la posible pérdida del matrimonio hizo todo lo posible porque lo mandaran a otro lugar para podérsele unir. No sabe si por sus gestiones, pero lo cierto es que cuando el ataque a Playa Girón Plutarco ya no estaba en la Ciénaga, sino en Colón, adonde la mandaron a dirigir el hospital.

Después dirigiría los de Jovellanos y Cárdenas. Y cuando por fin Carmen logró unírsele con los dos niños pequeños, le dieron una casa en el central Jaime López (en Jovellanos), donde trabajó varios años.

Siete años después llegaría a la ciudad de Matanzas, a la casa de Milanés, de donde nunca más se iría. Plutarco se especializó entonces en Epidemiología y Administración de Salud. Fue profesor de la Facultad de Medicina, Jefe de Estadísticas en la Dirección Provincial de Salud y Jefe del Programa de Mortalidad Infantil en Matanzas.

Durante muchos años fue Especialista en Epidemiología en el centro de Higiene Provincial y antes de retirarse era asesor del director provincial de Epidemiología, una profesión donde decían que no había quien le pusiera un pie delante. 

Yo me muero en Cuba
Plutarco con su hermana en las desparecidas Torres Gemelas

En la década del 90, y ante una jubilación que no quería ni esperaba, Plutarco decidió por fin aceptar la invitación de sus hermanas y conocer Estados Unidos. Ellas (tres hermanas) se habían ido desde los años 50 y vivían cómodamente allá.

También tenía dos hermanos, uno de ellos médico como él, Juan Enrique, y Hugo, todos con vidas allá desde antes de 1959.

Plutarco visitó Estados Unidos, bebió y comió como a quien le queda poco, asustado después de haber estado al borde la muerte y sabiendo que con medio pulmón no le quedaba mucho.

Se divirtió de lo lindo con sus hermanas, que lo atendieron como a un rey. Visitó las Torres Gemelas, las Cataratas del Niágara y muchos otros lugares de los que guardamos un arsenal de fotos.

Todos aquí pensaron que Plutarco se quedaba, pero enfermo y todo regresó. No solo por los hijos y los nietos, sino por él. Diría después que aquello no le gustaba, que ese modo de vida no era para él.

Así volvió a su casona de más de cien años de la calle Milanés en Matanzas, a sus libros, a los pocos amigos que lo visitaban siempre aunque ya no fuera el jefe, a sus tabacos de la cuota, a su canequita de ron…

Cuando yo lo conocí ya todo eso había pasado. Estaba flaco por la misma enfermedad y la “fumadera”. Tosía siempre, pero decía que de algo había que morirse. Eso sí, estudiaba todavía, seguía metiéndose con las mujeres bonitas aunque pudieran ser sus nietas, y no había perdido la agudeza en el pensamiento y en el verbo.

Murió el 3 de enero de 2004. Tras dos meses de ver sufriendo a su esposa Carmen, quien padecía cáncer de estómago. El primero de enero quedó inconsciente a causa de un derrame cerebral y no lo rebasó.

Días antes le había dicho a su hermana Yolanda que no quería seguir viviendo. ¡No sin Carmen! César, mi hijo, apenas tenía tres meses. Sin embargo, por esos milagros de la genética tiene mucho de ese abuelo inteligente y resabioso.

El médico que fue Plutarco, todo lo que hizo en esta provincia de Matanzas a la que lo ató la Revolución, solo queda en la memoria de quienes lo quisieron. Todavía Erasmo pasa por la casa y brinda con su hijo Fidel por el amigo que ya no está. También viene René a acordarse de los viejos tiempos.

Hace unos meses alguien dijo que querían escribir la historia de su vida, pero todo quedó ahí. Sin embargo, siempre hay un alumno, una secretaria, un compañero de trabajo que habla bien de él, sobre todo con respeto.

Y sus libros de Medicina están a buen resguardo, en las manos de un futuro médico que cada vez que comenta  “estos libros eran de Plutarco Roche”, recibe el consejo certero de sus maestros: “ojalá te sirvan para ser tan bueno como él”.

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